Una especie de escalofrío sentí ayer cuando me enteré en Facebook de la muerte de Joe Esposito.
Yo intuía desde hace tiempo que el hombre no debía estar bien, porque de repente había desaparecido. Siempre había estado muy activo, viajando aquí y allí y contando sus historias de sus recuerdos de su amigo Elvis, sin embargo desde que perdió a su mujer en 2012 tras una larga batalla con el cáncer. Desde entonces creo que Joe no fue el mismo. Lógico por otra parte. Una vida llena de cosas buenas, pero también de grandes tragedias. De hecho fue Joe Esposito el primero en asistir a Elvis en el baño aquel fatídico día de 1977 cuando Ginger Alden lo descubrió.
Así que una mala noticia más. Es ley de vida. Todos nos vamos marchando de este mundo. Joe estaba a punto de cumplir 79 años. Al menos tuvo una larga vida, y muy entregado en las últimas décadas a hablar de Elvis, publicar libros, algún que otro DVD, y participar en televisión, entre otras cosas.
Realmente me sentó mal la noticia. Tan mal como la de otros que se han ido ya, pero esta un poco más. Porque para mi Joe Esposito era especial, era alguien que estuvo muy cerca de Elvis desde la mili hasta su muerte.
Lo único de consuelo ha sido el pensar que Elvis lo ha debido recibir arriba con un gran abrazo y ha tenido que ser algo bastante especial. Ahora los dos amigos están juntos al fin.
Descansa en paz, Joe.